Blogia
Aportes de Patricia Landolfi

Con los ojos de Dios

Con los ojos de Dios

En la lectura 16, versículo 5 del Primer libro de Samuel, se expresa lo siguiente: “La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero el Señor mira el corazón’.  ¿Podemos nosotros engrandecernos, viendo el meollo de nuestros semejantes, y no su contorno?  ¿Podremos pues, querer nuestro prójimo, amarlo y respetarlo sea cual fuere su apariencia física, sin importar color, ni estatura, ni raza, ni nacionalidad? ¿Porque no imitamos a Jesús, y queremos a nuestros semejantes tales cuales son. Comenzar a pensar como miramos a los que nos rodean es el primer paso para aprender a querer a los demás como son. No es para nada importante como se vistan, o de que color sean los ojos de aquellos que son nuestros amigos, lo que si vale la pena notar es su entrega, sacrificio y valor en nuestra sociedad.  Excluir los enfermos, o los cortos mentales por las apariencias es una mezquindad imperdonable a los ojos de Dios.

Todos somos humanos, y tenemos defectos y virtudes.  Todos somos hijos de Dios y tenemos el mismo nivel de amor en nuestros corazones.  Todos tenemos el mismo nivel de percepción para sentir el rechazo o la aceptación de los demás.  Trabajemos por incluir en nuestro círculo las personas que creemos que hemos desechado por no encontrar que están a la altura de nuestras exigencias para darles nuestra amistad.  Te sorprenderás como encuentras en el limpiabotas una mano amiga a la hora de echarte una mano para cargar las bolsas del supermercado, o como el vendedor de periódicos, al brindarle una sonrisa, te dice que le pagues el periódico en la próxima oportunidad, pues ya son amigos y el confía en ti. También tendrás un carnicero que se desvive por darte el mejor corte de carne, y te dice siempre a la hora de irte que Dios bendiga tu familia, porque son amigos y le preguntas por sus hijos cada vez que lo ves.  O también cuentas ahora con el vigilante, que siempre te le echa el ojo al carro cuando te parqueas, porque son amigos, y no quiere que le suceda nada malo a su amigo.  Son, al igual que nosotros seres humanos, que aunque pobres, tienen  bellos y grandes sentimientos, y pueden ayudarnos, con una mano amiga, con una sonrisa o porque no con una bendición cuando  mas lo necesitemos.

Valoremos los sentimientos de las personas, brindemos sonrisas y solidaridad con todos los que nos rodean, sin importar ni raza, ni indumentarias, ni color, ni estatura, ni apellidos, ni riquezas.  Aprendamos a valorar a las personas por su tesoro interior, y encontraremos baúles de riquezas invaluables en las almas de los que nos rodean.

Tratemos de ver a través de los ojos del alma, con los ojos de Dios nuestros semejantes, y nos daremos cuenta de que tenemos muchas manos amigas, que están extendiendo sus manos para entregarnos su amistad

0 comentarios