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Aportes de Patricia Landolfi

El eco del corazon

El eco del corazón

Muchas veces, cuando estamos dolidos con alguien, cuando creemos que no han sido lo suficientemente justos con nosotros, nos sentimos tristes y deprimidos. Buscando razones que la mayoría de las veces no existen para comprender las actitudes de los demás. Y en esas ocasiones desoladoras, cuando no tenemos justificación a las acciones de los que nos rodean, solo nos queda escuchar nuestro corazón. El cual en esos momentos tristes nos grita muy alto que somos hijos de Dios.  Ese eco, firme y constante sube el volumen en los momentos en donde no hay razones que expliquen situaciones inexplicables, y va supliendo tranquilidad a nuestro espíritu en la medida que nos concentremos en escuchar ese eco de amor.

Comprender ese eco y escucharlo, es vital para que las situaciones de incomprensión,   no lleguen a lacerar nuestro espíritu, y que no lleguen estas actitudes a confundirnos en la misma maleza de las incongruencias humanas.

A través del tiempo he conocido personas que me han contado situaciones que les ha tocado vivir contra viento y marea, en donde las sinrazones se han hecho dueñas de interminables trechos de sus caminos y que si hubiesen escuchado el eco al que me refiero los sinsabores se hubieran reducido prácticamente a la nada.

Es que el eco no es más que la voluntad de Dios.  Todo lo que sucede en nuestras vidas no es mas que lo que Dios quiere que suceda en ese momento, y en ocasiones utiliza mecanismos incongruentes a nuestra vista para desviarnos de caminos que no tenemos que recorrer o adentrarnos mas en los caminos que el considera necesarios para nuestro crecimiento personal.

Los episodios poco halagüeños de nuestras vidas son simplemente vías de acceso  para cambios positivos, en los que Dios tiene la última palabra.  Si escuchamos el eco de amor en nuestros corazones, y simplemente nos dejamos llevar, viendo los inconvenientes solo hechos y no dejándonos afectar por cambios o situaciones poco agradables veremos más adelante, lo maravilloso que es dejar a Dios actuar.

Así es, escuchar ese armónico eco de amor que Dios nos repite incesantemente con la claridad del amor verdadero.  Así, los problemas no nos parecerán problemas, las interrogantes no nos parecerán interrogantes, los absurdos no serán más absurdos porque todo eso no son más que altoparlantes que gritan sin cesar el eco de amor de Dios por nosotros.

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