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Aportes de Patricia Landolfi

Amar sin límites

 

Hasta el fin de nuestros días debemos amar al prójimo.  Debemos querer a todos con sus defectos y virtudes pues al amarlos las irradiaciones de amor hacen eco en los sentimientos de los demás.  Dejar a un lado los sentimientos mezquinos, para abrazar con fuerza los que hablan de amor y de concordia.  Ese es el verdadero secreto para la paz. Y la paz trae mansedumbre y la mansedumbre trae felicidad.

¿Como dejar a un lado las heridas? Si.  Podemos hacerlo, y convertir esas heridas en canales de amor para los otros.  Es cuestión de perspectiva.  Conversando con Dios, exponiendo los problemas, los fracasos, las traiciones que a veces nos sorprenden de los más íntimos amigos y asimilando que ni Jesús fue excluido de esa clase de situación humana.  Porque El, en su condición de heredero del trono celestial, no fue excluido de traiciones de sus mas íntimos amigos, ni de vejámenes, ni de calumnias, ni de infamias, vendido por unas miserables monedas de plata.

¿Acaso El, no era también de carne y hueso?  No sentía en su corazón, amor a sus inseparables amigos, Judas y Pedro.  Claro que si.  Y le dolió en el fondo de su corazón que ellos, le dieron la espalda en su momento.  Entonces, cuando le contamos nuestras tristezas, nuestras desilusiones y pesadumbres para con los creíamos nuestros amigos El pacientemente, nos escucha y nos baña con ese refrescante manantial de amor, y convierte esas heridas en ríos de amor y consuelo.

Es así, que nuestras tristezas se convierten en alegrías, nuestras lágrimas en sonrisas y podemos darle a todos  nuestros semejantes gotas de amor y consuelo para sus vidas.

Cambiemos el rencor por oraciones para nuestro prójimo, extendamos nuestras manos para levantar a nuestros hermanos, sean estos como Judas o como Pedro, no importa, el gesto de amor cambiará sus actitudes para con nosotros.  Expresemos nuestra alegría y amor para con todos, eso hará en nuestro círculo que el amor de Dios se propague como la pólvora, la armonía y la paz no solo brillara en nuestros corazones sino que también, habremos hecho una obra maravillosa en nuestros corazones.

Hagamos como hizo Jesús, en el mismo instante de estar colmado de injusticia amemos a nuestros semejantes sin límites, con entera dedicación y entrega,  elevemos una plegaria al Altísimo, para que nos haga humildes de corazón, pues el amor lo soporta todo.

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