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Aportes de Patricia Landolfi

¡Mientras esperas un milagro, trabaja!

 

 

Cuando estamos abatidos frente a una situación difícil, nos afligimos, nos postramos, y no tenemos deseos de nada.  Simplemente, nos encontramos  mirando el reloj, desesperados esperando el milagro.  Pero, podríamos hacer cosas útiles mientras esperamos confiados que Dios escuchara nuestras peticiones. 

Si nos concentramos en hacer las cosas bien, si trabajamos con ahínco, si extendemos la mano a los que necesitan más que nosotros, y nos concentramos en ayudarlos, nos sentiremos mejor, nos distraeremos de nuestras propias circunstancias, y entraremos en sintonía con el plan de Dios para nuestras vidas.  Hasta llegara el momento, en que no nos acordemos que estamos atribulados.    Porque Dar es mejor que recibir.  Ayudar es la terapia infalible a la desazón.  Extendamos la mano al hambriento.  Vistamos al desnudo, visitemos al enfermo.  Siempre hay personas que necesitan más    que nosotros mismos.  Hay mucha necesidad y pocos obreros.  Vamos a darle la mano al Padre, necesita  de ti.

Si en vez de postrarte en tus lamentos, te unes a un grupo de acción social, estarás gastando tus energías en algo positivo. Ensancha tus fronteras.  Has de tu vida un plan inagotable de hacer cosas agradables a Dios. 

Pero espera.  No me mal interpretes.  No te digo que no te aflijas por tus problemas, sino que en vez de acariciar las penas,  levantémonos y ayudemos a otros a superar las suya, mientras nuestro Padre trabaja en las nuestras.  Desde una palabra de consuelo, una solidaridad de compañía en un momento de aflicción, un gesto de amor en un trance desesperado, una mano amiga en  momentos de desconsuelo. 

La cooperación con los demás, es el remedio infalible para disipar las penas. Inténtalo.  Párate de tu letargo, extiende los brazos y ensancha las fronteras de tu corazón.   Pregúntate quienes a tu alrededor, necesitan de ti.  Y enseguida aparecerán múltiples necesidades que tu, como buen soldado de Cristo, puedes suplir. 

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