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Aportes de Patricia Landolfi

De todo un poco para los sedientos.

Yo te llevo grabada en mis manos.

 

Cuando queremos expresar un agradecimiento, un reconocimiento de una labor realizada, un galardón por un esfuerzo hecho, una trayectoria de vida, pensamos en una placa, una bandeja grabada, un pergamino.  Pensamos en dejar esculpido en materia ese logro, galardón, orgullo, para que a través del tiempo eso quede grabado y no quede en el olvido.

 A lo mejor no es buen momento para ti.   Quizás, tienes grandes problemas y nadie tenga deseos de darte una placa de reconocimiento.  No eres bueno para nada en estos momentos.  Te dan la espalda, y te cierran las puertas.  No sabes que hacer.

 Si vas a las escrituras, y buscas el libro de Isaías, precisamente en el capitulo 49, versículo 16, Dios te da la gran sorpresa: Yo te llevo grabada en mis manos, siempre tengo presente tus murallas.

 Tu Padre, te tiene esculpida en sus manos.  No en metal, ni en papel.  No es un pergamino, que en algún momento se estropee porque se humedezca, o se maltrate por el hollín.  NO.  Es en sus preciosas manos, que te ha tallado, y a colocado la frase: i Eres mi amado hijo! I Siempre te amare!.  No hay condicionantes en esta escultura.  No hay, Si haces esto, o si logras aquello.  NO.  Solo está tu nombre  y el gran amor que siente por ti.

 Con este tallado en sus manos te invito a sentirte ganador del más grande galardón.  Estás en primer lugar en su corazón.  No importas si estas destruido.  Si tus esperanzas están en rojo, tu tanque de amor esta en reserva.  Todos te han fallado. 

 El hoy, te ha entregado su placa de amor para ti.  En sus manos, tallada.

Estas en el umbral de la gracia divina.

  

Cuando lees este título, sobre todo hoy, quizás piensas que estaré hablándole a otra persona y no a ti.  Pues te equivocas.    Estas exactamente en el umbral de la gracia.  Y ¿porque lo sé?  , pues porque todos estamos en ese umbral, y solo basta una decisión, y tendremos la gracia ilimitada de Dios.

La gracia de Dios espera que estemos abatidos, para que por medio de la oración, llegue la paz.  Esto  es gracia.  Cuando nos sentimos derrotados, hemos tirado la toalla, no podemos mas, y clamamos en medio del llanto y dolor a Dios: si en verdad existes, i dame paz! Y de repente nos calmamos, y cesamos el llanto, y comenzamos a ver una nueva luz; eso es Gracia.

 Lástima que tengamos que llegar al límite para entrar en esa gracia magnifica, abúndate y sobreabundante que está a nuestra disposición siempre.   Esta gracia puede cambiar nuestras vidas.  Sin llegar a la desesperación para buscarla.  Entremos en comunión con el Padre, para cosas simples.  Para pequeñeces que nos preocupan, porque estamos en el siglo de las preocupaciones sin importancia.  Nos preocupamos por no llegar tarde al gimnasio.  O porque no se ha dado ese negocio goloso que tanto has deseado.  O porque tu carro ya tiene cinco años, y todos en el vecindario lo  han cambiado y tu no.  O porque debes hacer que respeten tu jerarquía, a fin de cuentas, te acaban de ascender y todavía no se acostumbran a tratarte con el debido “repeto”.  Te preocupas por banalidades.  Cosas sin sentido.  Llegas a un punto que te agobias por situaciones  tontas.  Haz un alto en el camino.  Practica la humildad.  Desecha todo aquello que te arranca la paz.  Olvida las banalidades del mundo.  Pon en oración, todo lo que te preocupa, aun aquello a lo que llamo pequeñez.  Todo lo que te preocupa te aleja de la gracia de Dios. Solo Pide Gracia, y entras en ella

Prosigo la meta.

 

 

Esta frase es estimulante.  No se detiene.  No piensa en los obstáculos.  En las pérdidas.  En los sufrimientos.  Piensa en lo que está delante.  No se paraliza por miedo.  No le estorba la traición.  Ni mucho menos los fracasos.  Esta frase es parte de una carta de Pablo a Filipos, luego de cárceles, persecuciones, traiciones, detenciones, hambre, desnudez.  Nada detenía a Pablo en el camino a Cristo.  El no era el centro.  Su centro era Cristo, y seguirlo hasta el fin era su propósito supremo.  A él le daba lo mismo, tener libertad, como estar en prisión.  A él solo le interesaba ser semejante a Cristo.  En el capítulo 3, de Filipenses,  versículo 14: prosigo a la meta, el premio del Supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesus.

Es importante señalar que la vida de Pablo, luego de su conversión, estuvo llena de adversidades, tribulaciones, incluso un aguijón de la carne, el cual, había sido dejado por el Padre según sus mismas palabras: 2 Corintios, capitulo 12 versículos 8 y 9: respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mi.  Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.

Viendo de nuestro punto de vista carnal, podríamos pensar que Pablo pudo haber reflexionado así: ¿Pero,   como va hacer esto?  Yo, servidor tuyo, que vivo predicando el Evangelio, atendiendo tu pueblo, pasando necesidades, afrentas, pleitos, amenazas, curando enfermos, echando fuera demonios, no puedes sanarme?.  Más aun, no fue así como Pablo reflexionó, sino que con estas palabras, asumió el aguijón como la debilidad que lo acercaba al Señor y concluía con estas hermosas palabras de aceptación y gozo en medio de la prueba:  Por tanto de buena gana me gloriare, más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.

¡Mientras esperas un milagro, trabaja!

 

 

Cuando estamos abatidos frente a una situación difícil, nos afligimos, nos postramos, y no tenemos deseos de nada.  Simplemente, nos encontramos  mirando el reloj, desesperados esperando el milagro.  Pero, podríamos hacer cosas útiles mientras esperamos confiados que Dios escuchara nuestras peticiones. 

Si nos concentramos en hacer las cosas bien, si trabajamos con ahínco, si extendemos la mano a los que necesitan más que nosotros, y nos concentramos en ayudarlos, nos sentiremos mejor, nos distraeremos de nuestras propias circunstancias, y entraremos en sintonía con el plan de Dios para nuestras vidas.  Hasta llegara el momento, en que no nos acordemos que estamos atribulados.    Porque Dar es mejor que recibir.  Ayudar es la terapia infalible a la desazón.  Extendamos la mano al hambriento.  Vistamos al desnudo, visitemos al enfermo.  Siempre hay personas que necesitan más    que nosotros mismos.  Hay mucha necesidad y pocos obreros.  Vamos a darle la mano al Padre, necesita  de ti.

Si en vez de postrarte en tus lamentos, te unes a un grupo de acción social, estarás gastando tus energías en algo positivo. Ensancha tus fronteras.  Has de tu vida un plan inagotable de hacer cosas agradables a Dios. 

Pero espera.  No me mal interpretes.  No te digo que no te aflijas por tus problemas, sino que en vez de acariciar las penas,  levantémonos y ayudemos a otros a superar las suya, mientras nuestro Padre trabaja en las nuestras.  Desde una palabra de consuelo, una solidaridad de compañía en un momento de aflicción, un gesto de amor en un trance desesperado, una mano amiga en  momentos de desconsuelo. 

La cooperación con los demás, es el remedio infalible para disipar las penas. Inténtalo.  Párate de tu letargo, extiende los brazos y ensancha las fronteras de tu corazón.   Pregúntate quienes a tu alrededor, necesitan de ti.  Y enseguida aparecerán múltiples necesidades que tu, como buen soldado de Cristo, puedes suplir. 

En la recta final

 

 

Solemos tomar varias actitudes cuando estamos en la recta final de un proyecto, un sueño, o la vida misma.  Solemos tirar la toalla.  Y es que, como seres humanos vulnerables y débiles, cuando estamos en la recta final, se nos hace largo y cuesta arriba llegar a la meta de la misma manera que comenzamos la jornada.

Muchas veces, bajamos la velocidad, y empezamos a arrastrarnos en lugar de seguir con impulso a la meta soñada.  Nos cubrimos con un manto invisible llamado dejadez, y nos vamos tropezando en el camino de la desidia. 

Generalmente sucede esto en nuestras vidas, pero si tomamos la decisión de no dejarnos ganar por esa sensación de cansancio,  nos enfocamos en la meta, ganando terreno con oración sin cesar, esperando en el Señor que nos supla de ánimo y coraje para cumplir con el propósito anhelado, con esta llama encendida, encontraremos que cada día, abriremos la ventana al deseo de no solo completar esa meta, sino seguir adelante con el propósito que Dios tiene para nosotros, como lo dice Pablo en la carta al pueblo Éfeso: Capitulo 1, versículo 8 y 9: “Que hizo sobreabundar para con nosotros sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo.”

Así que si Dios nos promete, sabiduría e inteligencia, para seguir adelante, no podemos bajo  ningún concepto, dejar sin terminar nuestros proyectos, por obstáculos que suelen presentarse en el transcurso de los mismos, o en la recta final, para que nos desanimemos y no ganemos la batalla a que hemos sido llamados.

Cambiemos la visión de la recta final, ya sea una tesis, un proyecto de grado, la edición de un libro anhelado, los ahorros para comprar una vivienda, el sueño de conseguir una beca, hacernos miembros de una organización para ayudar a los demás, tener una familia, cualquier cosa que hoy en día tengamos entre manos, y nos enfrentemos a la idea de tirar la toalla, recordemos la exhortación de Pablo:  Dios nos capacitó con sabiduría e inteligencia, no solo para terminar un proyecto, sino para proseguir la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

10 de mayo 2012