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Aportes de Patricia Landolfi

Cuando tus ojos se dirigen a las cosas que no se ven…

Cuando tus ojos se dirigen a las cosas que no se ven…

Esa es la mejor manera de ver las cosas.  Sin nos detenemos a ver lo tangible nuestra vista se limita, se escurre en la capacidad visual que cada ser humano tiene, no vemos mas allá de nuestras narices, como dice el refrán.  Pero, si por el contrario, dirigimos nuestro mirar a aquello que no se ve, cuantas hermosas promesas vemos realidad. 

Es ver con ojos de fe.  Es creer las promesas de vida eterna, que Dios nos dice en su palabra.  Es así de fácil y al mismo tiempo para aquellos que no tienen fe, así de difícil.  La diferencia es un grano de mostaza.

¿Cómo que un grano de mostaza?  ¿Alguien ha visto uno?  Encima de mi escritorio tengo uno que me regalaron hace ya muchos años.  Día a día, antes de iniciar mi jornada laboral, lo veo y me maravillo de su tamaño real.  Es tan pequeño, que lo pudiese comparar con una hormiguita. Esa ínfima partícula, es la medida de fe que Jesús nos dice que necesitamos para mover montañas.  Cada vez que me siento decaída, desanimada, ofuscada, triste o confundida, llenando mis ojos de lo que veo a mi alrededor, dirijo mi mirar hacia ese granito de mostaza, y repito la promesa de mi Jesús es este sentido:  si tuvieses fe del tamaño de un granito de mostaza le dirías a esa montaña, muévete y se moverá.    Has visto una montaña,  es algo majestuoso, imponente.   Podrías con la fe de un tamaño tan pequeño, mover montañas, y aun te quedarían fuerzas para seguir adelante. 

Pues es ahí, que dirijo mi mirar al cielo, y cuento las estrellas del firmamento.  Cuantas hermosas, brillantes y relucientes estrellas iluminan nuestros cielos.  El hace todas las cosas.  El dirige el mundo y su plenitud.  ¿Acaso El no puede hacer todas las cosas?  Entrégale a El tus caminos, dirige tu mirar a las promesas de El, y El hará.

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