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Aportes de Patricia Landolfi

Todo tiene su tiempo.

Todo tiene su tiempo.

 

Que hermoso pasaje, del libro de Eclesiastés,  en las sagradas escrituras, el cual  contiene una de las firmes verdades de la vida.  “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”.

Y ahí es que me quiero detener a compartir unas reflexiones para este resplandeciente enero que ilumina nuestro sendero.

No debemos precipitarnos por cosas que no hemos podido lograr.  Ni amores, ni triunfos laborales, ni premios que creemos merecedores, ni amigos que añoramos, ni nada debajo del Sol, porque lo tendremos cuando el Dios dulce, el Dios misericordioso entienda que es el momento de darnos lo que deseamos.

Y cuando menos te lo esperes, lo que siempre añoraste, lo que siempre has deseado, de repente toca tu puerta y dice, aquí estoy.

Al orar, debemos entregarle esos deseos a Dios en sus manos.  Pero de verdad.  Porque a veces me dicen: Lo hice, pero realmente no se ha hecho de corazón.  Porque al poco tiempo de haberlo hecho, de haber entregado las penas, los deseos, las dudas, los sinsabores, las esperanzas añejadas en el corazón a nuestro Dios, luego vuelven a la miseria de la tristeza.  ¿Pero acaso no entregaste los archivos a Dios?  ¿Como es que de repente te asalta la tristeza de lo que ya no tienes?

Y ahí, cuando entregas todo, de repente te embarga una paz inimaginable, arropadora, tranquilizante y realmente hermosa.  Y te das cuenta que El te regala un inmenso cielo azul, lleno de bellísimas nubes de algodón que envuelven un paraíso diario para ti.  Y que si sales de la casa, los árboles que rodean las calles de tu barrio, están florecidas de agraciadas flores de flamboyanes,  trinitarias,  campanitas o simplemente flores silvestres, que están ahí para decirte que Dios esta presente en todos los tiempos de nuestras vidas.

El mundo es maravilloso, Dios es supremo y sabe cuando darnos las cosas.  Cuando nos premia con aquello que anhelamos.  A lo mejor espera más madurez de nuestra parte, o quizás espera que sea el tiempo justo en su calendario.  No nos afanemos por nada, porque el día que menos te lo esperas, el día que mas cansado estés, el día que solo necesites descansar, el día en el cual solo has estado preocupado que las cosas salgan bien y que los deseos de tu corazón los hayas echado en un baúl lejano de tu alma, esa será posiblemente la jornada que Dios diga: Es aquí y ahora.  Y llene tu vida de felicidad.  Y colme tu vida de todo lo que tu corazón desea.  Y no solo será un brillante cielo, o hermosas flores, sino que tu corazón se vera henchido, y a la vez sobremanera agradecido, porque los colores del arco iris de tu vida, de repente se llenaran de una sorprendente brillantez, y cuando anochezca, la luna estará sonriéndote, cómplice de Dios, diciéndote, Ha llegado el momento de sonreír.

 

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