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Aportes de Patricia Landolfi

Paraíso

 

 

Recientemente estuve de vacaciones.   Viaje a disfrutar de unos días de descanso lejos de mi país.  Para mi feliz sorpresa, las vacaciones no solo me sirvieron para descansar de un agitado año rodeado de responsabilidades y quehaceres, también me sirvió para adquirir una enseñanza que quiero compartir con todos ustedes.  De repente me encontré con un invierno agresivo, que maltrata a las personas de manera dura e inhóspita. Una sociedad que solo piensa en vivir para trabajar y no en trabajar para vivir, (el cambio de palabras  concretamente explica lo radical del proceso). 

Y de repente me enorgullezco de este paraíso terrenal que Dios me regalo como tierra.  Aquí, además de un clima cálido tenemos el famoso fresquito que no arrulla sin golpearnos, nos refresca y nos da esa sensación deliciosa de confort.  Es que nosotros vivimos en una tierra bendita, donde en cualquier lugar nos encontramos con alguien que quiere entablar una conversación, brindarnos un café, darnos una sonrisa, extendernos la mano, regalarnos un abrazo o sencillamente dedicarnos su atención para un simple desahogo.  Nosotros somos una gran familia.  Donde quiera encontramos un primo, un familiar, un amigo de un amigo y la calidez familiar siempre nos rodea. 

Allí sin embargo, las personas caminan a prisa, sin tiempo ni alma, como robots programados para llenar requisitos técnicos.  Agachados bajo las gruesas bufandas, con ipods en sus oídos, café en manos, y mirada perdida, caminan por las calles huérfanos de amor, sin esperanza.  De todas formas, llegan y se van, dia a dia sin esperanza.  No tienen vecinos, no visitan sus enfermos en los hospitales, no tienen encuentros calidos en la esquina, ni pasan por donde la tía a tomar el café después de almuerzo, sencillamente no hay tiempo.  Los días libres son para las compras, la lavandería, y poner alguna correspondencia al dia.  No hay bonches donde los amigos, ni un sancocho para celebrar el feriado, solo trabajo y hastío.

Y de repente me acuerdo de las hermosas palmeras, de las verdes arboledas todo el año, de las  multicolores trinitarias, de los dulces de leche de Jacaranda, de las noches de tertulia por los play off, y me digo, Señor, te doy tantas gracias, pues nos has dado a nosotros el  Paraíso.

 

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