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Aportes de Patricia Landolfi

Y cuando estemos en la oscuridad, con solo orar, veremos la luz!

¡Y cuando estemos en la oscuridad, con solo orar, veremos la luz!

Todos tenemos momentos tristes, apesadumbrados, cabizbajos, donde todos los intentos de resolver nuestros problemas parecen se fallidos.  Ahí es que Dios nos esta esperando.  Cuando la oscuridad te nubla la razón y no ves mas que obstáculos y problemas, Dios esta cerca de ti, sonriendo, esperando que te lances a sus brazos y la digas: ¡Hazte cargo! Y entonces las tinieblas se convierten en luz, y los problemas, quizás estén ahí, pero tu actitud hacia ellos es completamente distinta. 

Porque lo que no podemos vencer, se transforma de aterrador en alentador, de barrera en oportunidad de crecer, de estorbo, en simple desvío hacia mejores y mas llanos caminos.

Con solo ver la luz de Dios, empezaremos a sentir su luz en nuestras vidas. 

Los problemas siempre están ahí.  Sino no seria vida humana.  La vida es una carrera de obstáculos, los cuales se hacen llevaderos y estimulantes, cuando se corren al ritmo de Dios.  Cuando no, las trabas se convierten en barreras de acero, que no se pueden saltar, ni rebasar, pues el único entrenador capaz de hacernos triunfar en la carrera de obstáculos de la vida, es Dios.

Aprendamos con El, entrenemos con El a lo largo de nuestra vida.  No veamos los problemas cotidianos como barreras infranqueables, no pensemos que nuestra situación es la peor.  Sino muy por el contrario, miremos lo afortunados que somos, con toda la riqueza que tenemos en nuestro diario vivir. 

Tener posesiones materiales no es lo más importante para rebasar con plenitud la carrera de obstáculos de la vida.  Lo esencial es lo espiritual en nuestras vidas.  Abracemos los sentimientos, cantemos alabanzas, ayudemos a nuestros semejantes, regalemos amor, sonriamos con alegría cada día y veamos la obra de Dios en nuestras vidas.

Empecemos de nuevo esta carrera de obstáculos.  Que hoy, empieces a mirar tus problemas de una óptica distinta.  Ya no como oscuros y obtusos, sino como claros y llanos.  Ya, empecemos a entrenar con el mejor entrenador en la carrera de la vida.  Dentro de poco estaremos dispuestos a ganar las olimpiadas de nuestra existencia.  Las medallas serán de amor, de comprensión, de ternura y de fe.  Y luego cuando el tiempo pase estaremos en el Salón de la fama de Dios.

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